Todo empezó en 2010, cuando la familia Figuerola nos encontrabamos en nuestro pequeño taller en la provincia de Barcelona, observando las primeras 1.000 botellas de lo que sería nuestro primer espumoso. No había grandes planes, ni estrategias de mercado. En ese momento la industria hablaba de eficiencia, nosotros buscábamos expresión. Y mientras otros perseguían volúmenes, nosotros perseguíamos verticalidad. Así fue cuando probamos ese primer espumoso y supimos que habíamos encontrado algo diferente: un vino que respiraba el lugar donde nació. La revelación llegó cuando comprendimos que la autenticidad no estaba limitada por fronteras geográficas. Un viñedo en Ribera del Duero nos habló con la misma honestidad que nuestras parcelas del Penedès. Luego un viticultor en Montsant compartía nuestra misma obsesión por la pureza y poco a poco surgió.

Así nació nuestro método: Wine DSGn Thinking ®

No es una técnica, es una filosofía. Cada colaboración surge del respeto mutuo entre la tierra, el viticultor y nosotros. Cada decisión se toma pensando en el vino que queremos crear, no en el vino que el mercado espera. Trabajamos exclusivamente con viñedos ecológicos porque creemos que la diversidad del suelo se traduce en complejidad en la copa. Algunos siguen principios biodinámicos, otros simplemente respetan los ciclos naturales. Todos comparten nuestra convicción: el mejor vino nace de la colaboración con la naturaleza, no de su dominación. Nuestras parcelas se extienden entre los 216 y 820 metros de altitud, abrazando orientaciones norte y nordeste. No es casualidad: buscamos que cada uva desarrolle su carácter único, capturando la mineralidad y el microclima que la vieron crecer. Llamamos a nuestros vinos "lentos" porque se toman el tiempo necesario para expresar su verdad. En un sector obsesionado con lanzar la siguiente cosecha, nosotros preferimos esperar hasta que cada botella esté lista para contar su historia completa. Cada etiqueta es diseñada como una ventana al origen del vino. Cada proceso respeta los tiempos ancestrales mientras abraza, el trabajo humano. Cuando eliges ANTIGVA, no estás comprando una botella. Te estás conectando con un ecosistema de personas que creen que el vino puede ser transformador. Cada sorbo es un voto por la biodiversidad, por la agricultura regenerativa, por un futuro vinícola libre de monocultivos. Quince años después de aquellas primeras 1.000 botellas, seguimos siendo los mismos: un grupo de personas que cree que el vino auténtico nace del respeto, la paciencia y la pasión compartida.

La pregunta ya no es por qué la mayoría de vinos saben igual.
La pregunta es: ¿estás listo para probar la diferencia?