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La evolución de los vinos orgánicos, naturales y biodinámicos: Un viaje desde los años 80 hasta hoy
Desde los años ochenta, la vinicultura ha experimentado un cambio notable, especialmente en la adopción de prácticas más sostenibles y respetuosas con la naturaleza. Este movimiento fue inicialmente impulsado por un grupo de viticultores apasionados por la calidad del suelo y el entorno, preocupados por el impacto negativo de los productos químicos en la viña y la biodiversidad circundante. Francia, como una de las cunas de la vinicultura mundial, jugó un papel clave en la adopción y expansión de estas prácticas.
Esteban Figuerola
5/8/20243 min leer
Los primeros pasos en los años 80: Conciencia y retorno a lo natural
En la década de los 80, los vinos orgánicos y naturales comenzaron a surgir tímidamente, con un grupo reducido de viticultores que apostaban por un enfoque más tradicional y menos intervencionista. Estos productores eran, en su mayoría, pequeños viticultores que querían alejarse del uso intensivo de pesticidas y fertilizantes químicos que se había popularizado tras la Segunda Guerra Mundial.
El vino orgánico, centrado en evitar productos químicos de síntesis en los viñedos, fue uno de los primeros pasos hacia la sostenibilidad. Al mismo tiempo, el vino natural, que va más allá del orgánico al evitar intervenciones químicas también en la bodega, fue ganando adeptos entre aquellos que querían expresar la autenticidad del terroir.
Los Años 90 y el auge del enfoque biodinámico
Durante los años noventa, la biodinámica, basada en los principios desarrollados por Rudolf Steiner, comenzó a ganar notoriedad. Esta filosofía no solo rechaza los químicos, sino que también introduce prácticas holísticas que consideran la finca vitivinícola como un organismo interdependiente. Las fases lunares y los ciclos cósmicos comenzaron a influir en las decisiones de los viticultores biodinámicos.
En esta década, varias bodegas emblemáticas de Francia, como Domaine Leroy en Borgoña, adoptaron la biodinámica, dando lugar a vinos vibrantes, con una expresión más pura del terruño. A través de compost biodinámico, preparados específicos y un respeto absoluto por la naturaleza, los vinos biodinámicos demostraron que es posible obtener productos excepcionales sin dañar el entorno.
El Siglo XXI: Consolidación y expansión global
Ya en el siglo XXI, estos tres enfoques (orgánico, natural y biodinámico) han experimentado un crecimiento considerable. En países como Francia, Italia y España, cada vez más productores han adoptado prácticas orgánicas y biodinámicas, mientras que los vinos naturales se han convertido en una tendencia mundial.
La agricultura ecológica en los viñedos ha demostrado ser un aliado clave para la biodiversidad. Al reducir el uso de pesticidas, herbicidas y fertilizantes sintéticos, se ha observado un aumento de la vida microbiana en el suelo, mayor diversidad de plantas y animales, y una mejor resistencia a plagas y enfermedades. Las cepas que crecen en suelos más saludables y biodiversos producen uvas con una mayor concentración de nutrientes, que se traducen en vinos más complejos y equilibrados.
Beneficios para la biodiversidad, la viticultura y el ser humano
La adopción de estos métodos no solo mejora la calidad del vino, sino que también tiene repercusiones importantes en la biodiversidad y la salud del ser humano. A nivel de biodiversidad, la eliminación de productos químicos permite que los ecosistemas en y alrededor del viñedo florezcan. Los suelos se regeneran, los insectos y aves regresan, y las viñas desarrollan un equilibrio natural con su entorno.
Para la viticultura, estas prácticas favorecen una conexión más profunda entre el viticultor y su tierra. Los vinos que resultan de estos enfoques son más expresivos, revelando las características únicas del terruño sin la intervención de productos químicos. Además, estos métodos pueden hacer que las viñas sean más resistentes al cambio climático, ya que promueven su adaptación natural a las condiciones cambiantes.
En cuanto a la salud del consumidor, los vinos naturales y biodinámicos ofrecen una opción más limpia, sin residuos químicos, lo que es especialmente importante para aquellos preocupados por su bienestar. Aunque no existe una conclusión definitiva sobre si estos vinos son más saludables, muchos aficionados aprecian la transparencia de su elaboración y la ausencia de aditivos innecesarios.
En conclusión podríamos decir que el renacimiento de los vinos orgánicos, naturales y biodinámicos no es solo una moda, sino una respuesta a la creciente demanda de productos auténticos, sostenibles y respetuosos con el medio ambiente. En los últimos 40 años, hemos visto cómo estas prácticas han pasado de ser marginales a convertirse en pilares fundamentales de la vinicultura moderna.
Hoy en día, beber un vino orgánico, natural o biodinámico no solo significa disfrutar de un producto de alta calidad, sino también contribuir a un sistema agrícola más justo y equilibrado, que respeta tanto la biodiversidad como la salud humana. La tierra nos devuelve lo que le damos, y en este sentido, estos vinos son el reflejo más puro de lo que significa trabajar en armonía con la naturaleza.